Cuando una madre trabajadora en México mira a su hija o hijo dormir antes de salir a las cinco de la mañana rumbo al trabajo, carga en sus hombros no sólo el cansancio de la jornada por venir, sino también la incertidumbre de quién cuidará a la niña o niño mientras ella se gana el pan. Esa angustia, que debería estar resuelta por el Estado a través de un sistema de cuidados sólido y accesible, se convirtió en una herida abierta desde 2019, cuando el gobierno de Andrés Manuel López Obrador comenzó a desmontar la red de estancias infantiles que durante más de una década permitió a cientos de miles de mujeres trabajar con cierta tranquilidad.
Del subsidio a la transferencia directa: un cambio con consecuencias
El programa Estancias Infantiles para Madres Trabajadoras, operado por la entonces SEDESOL, llegó a tener más de 9 mil centros en 2017, atendiendo a unos 300 mil niños. Para muchas familias, sobre todo aquellas en la informalidad laboral, era la única posibilidad real de dejar a sus hijos en un espacio seguro y con atención adecuada.
Pero en febrero de 2019 todo cambió: el presidente López Obrador anunció que se eliminaba el subsidio a las estancias, argumentando irregularidades detectadas por la Auditoría Superior de la Federación. El nuevo esquema entregaría mil 600 pesos bimestrales directamente a madres y tutores, con la libertad de decidir si lo usaban en guarderías privadas, con una niñera o incluso con un familiar.
Sobre el papel, parecía una política de "empoderamiento familiar". En la práctica, significó el cierre masivo de estancias incapaces de sostenerse sin subsidio. El presupuesto se redujo a la mitad, de 4 mil 70 millones de pesos en 2018 a 2 mil 41 millones en 2019.
“Soy madre de familia así como trabajadora, y si usted desaparece el apoyo a estancias infantiles yo tendría que abandonar mi empleo”, denunció en aquel entonces Leticia Olguín, usuaria del programa en Hidalgo.
Las cifras le dieron la razón a Leticia: según estudios de Coneval, las estancias aumentaban hasta en 18% la probabilidad de que las mujeres se incorporaran al mercado laboral. Al desaparecer, esa ventana se cerró de golpe para miles.
El testimonio de las que quedaron fuera
No son números, son vidas. En entrevistas recogidas por la CNDH en la Recomendación 60/2019, madres solteras relataron cómo el fin del programa las empujó a dilemas imposibles: dejar a sus hijos con vecinos, reducir su jornada laboral o simplemente renunciar.
“Si sigue esta situación, voy a tener que dejar mi empleo y no tendré ningún ingreso”, advirtió una beneficiaria en Ciudad de México.
Lo que siguió fue un efecto dominó: el cierre de espacios de cuidado dejó a trabajadoras con menos opciones, forzando a muchas a regresar al hogar y profundizando la brecha de género.
El IMSS y el ISSSTE: tampoco alcanzan
Si alguien pensó que las guarderías del IMSS o el ISSSTE absorberían la demanda, pronto se encontró con la realidad: cobertura insuficiente, largas listas de espera y cierres inesperados.
Entre 2018 y 2022, la capacidad instalada del IMSS cayó de 250 mil 404 a 240 mil 180 lugares debido al cierre de más de 110 guarderías por vencimiento de contratos. Sólo en 2022 se perdieron alrededor de 10 mil espacios. Y aunque se amplió el derecho a los padres hombres, la cobertura efectiva bajó del 23% al 9% de los niños con derecho a un lugar en guardería.
Las cifras oficiales muestran que en 2022, apenas 174 mil 540 menores fueron atendidos en guarderías del IMSS, mientras cientos de miles de familias se quedaron fuera.
“La mayoría del presupuesto de cuidados va para quienes están en el mercado formal. Pero, ¿qué pasa con las madres trabajadoras informales, que son la mayoría?”, cuestionó en su momento la economista Alejandra Macías, del CIEP.
La promesa de Sheinbaum: volver al cuidado público
Claudia Sheinbaum asumió la presidencia en octubre de 2024 con la promesa de revertir parte del daño. En sus primeros meses anunció la creación de los Centros de Cuidado y Educación Infantil (CCEI), una especie de regreso al modelo de guarderías, pero con un enfoque educativo más integral.
El plan piloto arrancó en Ciudad Juárez: doce centros, algunos dentro de parques industriales, otros operados por el IMSS y el DIF. El objetivo, dijo Sheinbaum, es garantizar que las mujeres trabajadoras, en particular en zonas maquiladoras, tengan dónde dejar a sus hijos sin arriesgar su empleo ni la seguridad de los menores.
Sin embargo, el Paquete Económico 2025 asignó apenas 25 mil 810 millones de pesos al gasto en cuidados, un 1.9% menos en términos reales que el año anterior. Y la mayor parte de ese dinero seguirá yendo a guarderías del IMSS e ISSSTE, dejando en segundo plano a las mujeres fuera del empleo formal.
Una deuda de género
El desmantelamiento de las estancias infantiles no sólo fue un ajuste presupuestal: fue una decisión política que trasladó el peso del cuidado de la infancia nuevamente a las familias, en especial a las mujeres.
Hoy, mientras Sheinbaum intenta construir un nuevo modelo, la pregunta de fondo sigue siendo la misma: ¿apostará México por un Sistema Nacional de Cuidados que redistribuya responsabilidades y permita a las mujeres trabajar en igualdad de condiciones, o se conformará con parches que sólo alivian en lo inmediato?
Porque detrás de cada cifra, de cada guardería cerrada y cada peso recortado, hay un rostro: el de una madre que camina al trabajo con el corazón dividido entre la necesidad de llevar comida a casa y el miedo de no saber si su hijo está a salvo.
