Sorprenden juventudes del Cobach 1 con pastorela renovada bajo la dirección de Drew Vela


En el Colegio de Bachilleres Plantel 1, la tarde olió a Navidad, a juventud inquieta y a ese vértigo delicioso que sólo provoca el teatro cuando lo agarran manos nuevas. Ahí se presentó Bartolo y Carrasquilla, la pastorela de Miguel Sabido que, bajo la dirección del cada vez más comentado Drew Vela, encontró un nuevo pulso en voces adolescentes decididas a comerse el escenario.

Los y las jóvenes de Cobach 1 lograron algo que pocas compañías profesionales consiguen: sorprender desde el arranque. No hubo tercera llamada; apenas la segunda y la historia ya corría por su cuenta, como si el público hubiera sido arrastrado sin aviso a un mundo donde la improvisación manda y cada gesto parece nacer en tiempo real. Ese pequeño truco escénico —mitad picardía, mitad homenaje al juego teatral— fue suficiente para enganchar a todos en la sala.

La obra, sostenida en los textos del dramaturgo y poeta Miguel Sabido, fue intervenida con mano ligera pero creativa: chistes locales que detonaban carcajadas en el momento justo, guiños al Cancún cotidiano y números musicales que nacieron de la inventiva de Vela. El maestro de teatro, que en la escena local ya carga con el apodo de “la capibara sagrada” del teatro cancunense —y vaya que lo disfruta—, ha logrado que su estilo irreverente pero disciplinado empiece a formar escuela.

Y quizá ahí está el verdadero milagro de esta pastorela: más allá del aplauso largo y merecido, quedó claro que en el Cobach se está gestando una nueva camada de actrices y actores con hambre, con presencia y con una intuición escénica que promete. Drew Vela no sólo dirige; contagia. Y este grupo juvenil, a juzgar por lo visto, está listo para reclamar su lugar en el mapa teatral de Cancún.

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