En un mundo donde las ciudades compiten no solo por atraer inversión, sino por tejer redes culturales y educativas que les permitan proyectarse más allá de sus fronteras, la alcaldía Benito Juárez dio un paso inédito: organizar su primer Encuentro de Diplomáticos, celebrado en la Casa de Cultura Juan Rulfo. El evento no fue una ceremonia más para la foto, sino una apuesta por acercar la vida local a la esfera internacional, con representantes de más de 15 países reunidos para compartir experiencias y explorar oportunidades de colaboración.
La cita fue presentada como parte del plan para convertir a Benito Juárez en un referente global de seguridad y bienestar. Bernardo Lartigue, jefe de gabinete, no escatimó en ambición: “Queremos que la calidad de vida aquí sea equiparable a la de las mejores ciudades del mundo. La seguridad pública es clave, porque sin ella no hay desarrollo posible, ni negocios que prosperen, ni parques que se disfruten sin miedo”, afirmó.
Dora Isa González, coordinadora de Vinculación Internacional, reveló que la alcaldía ya cuenta con más del 70% de sus vínculos consolidados en el ámbito internacional, una cifra poco común para una demarcación local. Y la mira está puesta en un objetivo cercano: la Copa Mundial de Futbol 2026. “Queremos que Benito Juárez sea una vitrina de lo que México puede ofrecer: cultura, servicios y un entorno seguro para nacionales y extranjeros”, subrayó.
El mensaje central fue claro: las alcaldías ya no son meros entes administrativos; son actores de peso en la diplomacia de proximidad. La creación de una coordinación específica para este fin, como destacó Lartigue, coloca a Benito Juárez en sintonía con una tendencia global donde las ciudades, más que los gobiernos centrales, se convierten en catalizadores del cambio.
El encuentro contó con la presencia de funcionarios de la Secretaría de Relaciones Exteriores, representantes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y embajadores de países tan diversos como Costa de Marfil, Eslovaquia, Malasia, India o Nueva Zelanda. La postal final fue un mosaico multicultural, una especie de micro-ONU en el corazón de la Ciudad de México.
Si este esfuerzo se consolida, Benito Juárez no solo reforzará su imagen de “alcaldía modelo” en el país, sino que podría convertirse en un laboratorio de diplomacia local: ese espacio donde las grandes ideas globales empiezan a construirse a escala de barrio, pero con la ambición de cambiar la ciudad… y un poco más allá.