Susi Cueto: sembrando sororidad en Cuajimalpa


En un país donde la violencia de género aún respira en esquinas cotidianas, hay mujeres que no sólo alzan la voz, sino que construyen puentes. Hoy, Susana “Susi” Cueto volvió a hacerlo: en Cuajimalpa, entregó personalmente la Cartilla de Derechos de las Mujeres, recordando que el mejor escritorio desde donde se gestan los cambios sigue siendo el territorio. Con pasos firmes, pero mirada cálida, Susi demuestra que la acción política también puede ejercerse desde el corazón.

Conferencista, comunicóloga, madre de tres y activista desde la entraña, Cueto no llegó a la escena pública por casualidad, sino como resultado de una historia personal marcada por empatía, dolor y acción. Fundadora del colectivo Mujeres Solidarias, ha tejido redes de apoyo para mujeres víctimas de violencia. Su labor no se limita al discurso: ha brindado asesoría legal, ayuda psicológica y ha gestionado refugios, porque —como dice— “las mujeres no necesitan un salvador, sino una aliada”.

Susi no es una improvisada. Es miembro del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública de la CDMX y cofundadora de Demoradas, una A.C. que capacita a personal en temas de violencia de género, instala salas de lactancia y pone en marcha casas de medio camino. Ha sido conductora de programas como Mujeres Solidarias y Demoradas, columnista, directora editorial y hasta candidata a la Alcaldía de Cuajimalpa por el PES, desde donde entendió que la política también se puede dignificar desde la base.

En 2023, su trabajo fue reconocido con el Premio Nacional de la Mujer, especialmente por haber fundado PresidentasMX, una organización que no sólo acompaña a Claudia Sheinbaum en su camino a la presidencia, sino que apuesta por multiplicar liderazgos femeninos. Para Susi, esto no es solo estrategia: es ética aplicada. Una convicción profunda de que, si una mujer avanza, no va sola.

Pero el camino no ha sido fácil. “Hay mujeres que te abrazan y otras que, sin conocerte, inventan monstruos”, confiesa. Sin embargo, su respuesta no ha sido el resentimiento, sino la fe. Reza por quienes la atacan, perdona a quienes no la escucharon, y se levanta, cada vez, más fuerte. “He aprendido a no rendirme y me he permitido ser vulnerable”, dice. Y es justo esa vulnerabilidad la que le ha permitido conectar con otras mujeres, sin caretas ni soberbia.

Susi Cueto no promete revoluciones grandilocuentes. Promete algo más difícil: mantenerse firme en su ética, coherente en sus valores y cercana en sus causas. Quiere seguir sembrando esperanza, porque entiende que transformar el mundo empieza por mejorar la vida de quienes lo habitan. Y eso, no se construye en el escritorio... sino en el territorio.

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