Dinamarca enseña empatía en las escuelas: un modelo educativo que inspira


En un aula danesa, los estudiantes no sólo aprenden matemáticas o historia; también aprenden a ponerse en los zapatos del otro. Lo que podría sonar como un ideal pedagógico, en Dinamarca es una práctica cotidiana. Las escuelas del país nórdico han integrado la empatía como una habilidad central en la educación, enseñando a niños y jóvenes a reconocer emociones propias y ajenas, resolver conflictos y colaborar de manera efectiva.

Lejos de ser un curso aislado, la empatía se enseña de forma transversal. Los maestros organizan “círculos de conversación” donde cada estudiante comparte cómo se siente y cómo percibe a los demás. Los juegos de rol y la reflexión guiada permiten que los alumnos escenifiquen conflictos y aprendan a reaccionar con consideración. La intención no es sólo educar, sino formar personas capaces de comprender y respetar diferentes perspectivas.

El aprendizaje colaborativo también juega un papel fundamental. Los proyectos en equipo no sólo buscan resultados académicos, sino que enfatizan el proceso: negociar, escuchar, apoyar y respetar a los compañeros. Según pedagogos locales, esta metodología fortalece la cooperación y la resolución pacífica de conflictos, habilidades esenciales para la vida.



La democracia escolar refuerza este enfoque: los estudiantes participan en decisiones sobre reglas, actividades y proyectos, lo que les enseña a negociar, respetar opiniones diversas y construir acuerdos. Además, la incorporación de mindfulness y ejercicios de bienestar emocional ayuda a los alumnos a reconocer y gestionar sus emociones antes de reaccionar, convirtiendo la empatía en una habilidad práctica y diaria.

Expertos en educación señalan que este modelo no sólo mejora el ambiente escolar, sino que prepara a los jóvenes para la sociedad del futuro. “No buscamos sólo que los niños sean buenos alumnos, queremos que sean personas conscientes y responsables con los demás”, afirma una docente de Copenhague.

En un mundo donde la violencia, la intolerancia y la polarización están a la orden del día, Dinamarca muestra que la educación puede ser más que una transmisión de conocimiento: puede ser un espacio para aprender a ser humanos. Un modelo que otros países observan con atención y que invita a preguntarnos: ¿por qué no enseñar empatía desde la infancia en todas partes?

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