Mientras turistas de todo el mundo llegan a Cancún en vuelos directos, se hospedan en hoteles de cinco estrellas y pagan hasta 24 mil pesos por una noche frente al Caribe, miles de trabajadores locales emprenden una travesía diaria que rara vez aparece en los folletos de viaje: madrugar, tomar dos o más transportes y recorrer hasta una hora de ida —y otra de vuelta— para servir, limpiar, cocinar y sonreír en ese mismo paraíso.
El trayecto cotidiano entre las periferias y la Zona Hotelera —el corazón turístico de Cancún— se ha convertido en un impuesto invisible para quienes sostienen la economía local. Y es que aunque Quintana Roo rompió récords en 2024 con más de 21 millones de visitantes y una derrama turística de 20 mil millones de dólares, buena parte de esa riqueza nunca llega al bolsillo de quienes hacen posible la experiencia turística.
Hasta tres horas al día sólo para ir y venir del trabajo
Carlos, un recepcionista que vive en Villas Otoch Paraíso, se levanta todos los días a las 4:30 de la mañana. Su jornada comienza mucho antes de marcar tarjeta: debe caminar varias cuadras hasta una combi, transbordar a un camión del centro y finalmente tomar una unidad que lo deje en la entrada de su hotel en la Zona Hotelera. “Si no salgo a esa hora, no llego. No hay rutas directas y los tiempos de espera son largos”, explica.
Como Carlos, miles de trabajadores del turismo —camaristas, cocineros, botones, guardias, animadores, jardineros— viven en colonias populares como la Región 100, Valle Verde, Avante, Villas del Mar o Alfredo V. Bonfil, desde donde recorrer 15 a 25 kilómetros diarios es parte del sacrificio que se exige para tener un empleo estable.
Las rutas nocturnas, además, son casi inexistentes. Quienes terminan turno a la medianoche o más tarde, muchas veces no tienen cómo volver. Tienen que esperar combis “piratas” (que exigen el doble de la tarifa), pagar taxis caros o Uber o simplemente caminar. “Muchos compañeros han renunciado porque no hay cómo moverse después de las 10 de la noche”, relata Leticia, camarista en un hotel todo incluido.
El costo del paraíso: más de 40 pesos diarios en transporte
Aunque el boleto del transporte urbano cuesta 12 pesos en la Zona Hotelera y 10 pesos en el resto de la ciudad, el gasto diario de ida y vuelta oscila entre 30 y 40 pesos, dependiendo de los transbordos y la distancia. Esto equivale a unos 1,200 pesos al mes, es decir, más del 10% del ingreso mensual de un trabajador promedio del sector, cuyo salario ronda entre los 7,000 y 10,000 pesos mensuales. Y eso, si hay suerte.
Tomando como base el salario mínimo de 278.80 pesos diarios en 2025, el costo del transporte diario representa un drenaje constante y silencioso para quienes menos ganan. “No es sólo el dinero, es el tiempo. Tres horas que no pasas con tu familia, que no descansas, que no puedes estudiar o hacer otra cosa”, subraya José, cocinero en un hotel de Punta Nizuc.
Turismo de lujo, salarios de subsistencia
Cancún es una mina de oro para México. Según datos del Inegi y la Secretaría de Turismo, el 44% del turismo internacional que llega al país lo hace a través de Quintana Roo, y Cancún concentra buena parte de esa actividad. En 2024, el estado registró un crecimiento económico del 13.2%, impulsado en gran medida por la construcción hotelera y el sector de servicios.
Sin embargo, esa bonanza no se traduce en bienestar para todos. Un estudio del Observatorio de Política Social señala que para cubrir la canasta básica en Quintana Roo, una persona necesita alrededor de 14,500 pesos mensuales, muy por encima de lo que perciben trabajadores del sector turismo. Y mientras la industria genera miles de millones de dólares, la mayoría de quienes trabajan en hoteles, restaurantes o servicios turísticos ganan apenas lo justo para sobrevivir.
“La diferencia entre lo que genera Cancún y lo que se paga es obscena. Hay meseros que atienden mesas donde una botella cuesta lo que ellos ganan en una semana”, señala una fuente del sector hotelero que pidió anonimato. La rotación laboral, además, es alta: hasta 30% en algunos centros de hospedaje, debido a las malas condiciones de transporte, horarios extendidos y salarios bajos.
El paraíso como zona de sacrificio
Esta desigualdad se vuelve aún más dolorosa cuando se considera que muchas de las colonias donde viven estos trabajadores carecen de servicios básicos o están marcadas por la violencia y la falta de infraestructura. “La gente que hace posible que el turismo funcione vive en condiciones muy distintas a las que disfruta el visitante. Y no es que quieran lujos, sino derechos básicos: transporte digno, horarios humanos, salarios justos”, insiste el urbanista Pedro Alegría, consultado por MX Vive.
Mientras Cancún se promueve como un paraíso, el sistema que lo sostiene se basa en un sacrificio diario, invisible y sistemático, que desgasta a quienes deberían ser los primeros beneficiarios de su éxito.
¿Y las soluciones?
Especialistas sugieren revisar con urgencia la planificación urbana, fomentar vivienda accesible cerca de los centros de trabajo, regular las condiciones laborales del sector turístico y ampliar la cobertura de transporte nocturno y suburbano. Sin embargo, las propuestas pocas veces llegan a concretarse. Y en el fondo, parece persistir la lógica de que “mientras haya necesidad, habrá quien lo aguante”.
Cancún crece, se enriquece y se vende al mundo como una joya del Caribe. Pero debajo de ese brillo, hay una realidad opaca, cargada de cansancio, injusticia y olvido. La pregunta es si seguiremos construyendo esta ciudad sobre las espaldas de quienes ya cargan demasiado.