En pleno corazón de Puerto Cancún, entre el lujo de los desarrollos inmobiliarios y la indiferencia empresarial, un obrero cayó al vacío desde una altura de nueve metros y fue sacado en carretilla por sus compañeros, mientras personal de la obra impedía el acceso a los paramédicos. La escena, que bien podría parecer una postal de la precariedad laboral disfrazada de modernidad, ocurrió la tarde del viernes en la nueva marina que se construye junto al hotel SLS Cancún, frente a la torre Shark Tower.
El trabajador realizaba labores en la parte alta de la estructura cuando, por razones aún no esclarecidas, perdió el equilibrio y se precipitó al suelo. El golpe fue brutal. Quienes estaban cerca intentaron auxiliarlo, mientras otro obrero marcaba al 911. Sin embargo, cuando la unidad de la Cruz Roja llegó, los responsables de la obra negaron el acceso al equipo de socorristas.
Testimonios de los mismos trabajadores indican que la negativa al ingreso de los paramédicos obedecería a que el lesionado no estaba dado de alta en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), lo que evidenciaría una omisión grave por parte de la constructora. En lugar de permitir la atención médica adecuada, decidieron subirlo a una carretilla improvisada y bajarlo entre varios, para finalmente colocarlo en un automóvil Nissan Sentra color gris que lo trasladó a un hospital, cuyo nombre y ubicación no fueron revelados.
El silencio institucional comenzó en el mismo sitio del accidente. Ningún representante de la empresa constructora emitió declaraciones y tampoco permitieron la entrada de reporteros o autoridades de Protección Civil que acudieron más tarde. Lo único que salió de ese lugar fue el herido y, con él, la certeza de que la seguridad en estas obras de alto impacto turístico sigue siendo un tema decorativo más en los renders.
Algunas personas que presenciaron el hecho lograron captar en video el momento en que los obreros descendían con el herido y compartieron el material en redes sociales, exigiendo la intervención de Protección Civil y de la Secretaría del Trabajo. "No puede ser que en una zona como esta, donde hay millones invertidos, la vida de un trabajador valga tan poco", comentó uno de los testigos que prefirió guardar el anonimato.
La vida del obrero cuelga de un hilo, pero también la reputación de quienes construyen a toda velocidad sin detenerse a mirar si los pies de quienes alzan esas torres están sobre terreno seguro. Porque mientras unos invierten en mármol importado y vistas al Caribe, otros arriesgan su vida sin siquiera una ambulancia que pueda llegar hasta ellos. El administrador de Puerto Cancún, Gerardo Peniche Benavides no ha emitido una postura al respecto.