En un país donde la infancia debería ser sinónimo de juegos y no de partos, los datos oficiales revelan una realidad alarmante: niñas de apenas 10 años han sido madres en México durante 2024. Sí, niñas. No adolescentes, no jóvenes, niñas. El registro de nacimientos de la Secretaría de Salud, difundido por la organización Marea Verde, exhibe no sólo la crudeza de un sistema que falla en prevenir los abusos, sino la violencia estructural que normaliza que un hombre de 65 años embarace a una menor de 12.
Texcoco, Estado de México, ocupa el deshonroso primer lugar en la lista de nacimientos con las madres más jóvenes: una niña de 10 años dio a luz a un bebé cuyo padre tiene 32. La diferencia de edad —22 años— es brutal, pero no la más extrema. En El Oro, también en el Estado de México, una madre de 12 años tuvo un hijo de un hombre de 65. La diferencia: 53 años. ¿Cuántos de esos casos tienen una carpeta de investigación abierta? ¿Cuántos llegaron a juicio? ¿Cuántos se castigan realmente?
Las cifras no son meros números fríos. Cada fila en la tabla es una historia marcada por la impunidad, la desigualdad de género y la ausencia de Estado. En total, los registros muestran 30 casos de niñas de entre 10 y 12 años que se convirtieron en madres durante este año, en muchos de los cuales los padres rondan los 30, 40 o incluso 50 años. Matehuala, San Luis Potosí, tiene el caso con mayor diferencia registrada en esta categoría: una niña de 11 y un hombre de 47. ¿Cómo llamarle a eso si no es abuso?
En otra tabla, se detalla la mayor diferencia de edad entre padres, sin importar la edad de la madre. En Acuña, Coahuila, una joven de 22 años tuvo un hijo con un hombre de 97. La brecha: 75 años. Lo que estos datos reflejan no es sólo la persistencia de un machismo normalizado, sino también una cultura que romantiza la dominación masculina como si fuera amor. ¿Qué decisión libre puede haber cuando existe tal desequilibrio de poder?
Pero esto va más allá del morbo. No se trata de escandalizarse por un gráfico en redes sociales. Se trata de preguntarnos como sociedad: ¿en qué momento nos acostumbramos a esto? ¿Dónde están las campañas de prevención? ¿Los programas de salud sexual con enfoque de género? ¿La educación afectiva que enseñe a niñas y niños a reconocer el consentimiento y los límites?
Estos nacimientos no son "milagros de la vida". Son señales de alerta. Son niñas que están siendo obligadas a madurar a golpes, sin voz, sin elección, y dirán algunas son mayores de edad, sí, pero la direfencia de edad denota una relación de poder abismal. Si de verdad nos escandaliza esta realidad, entonces hagamos algo más que compartir la infografía. Exijamos justicia. Presionemos por políticas públicas efectivas. Y sobre todo, dejemos de mirar a otro lado.
Porque en México, 2024, muchas niñas no comenzaron a jugar a ser mamás. Están pariendo la violencia del sistema patriarcal.